domingo, 26 de mayo de 2013

ARBOL DE PROBLEMAS

ARBOL DE OBJETIVOS

GLOSARIO

ANÁLISIS DE GÉNERO
Proceso teórico-práctico que permite analizar de forma diferenciada los roles, los espacios y los atributos que la construcción social adjudica tanto a las mujeres como a los hombres; pero además visualizándolos dentro de un sistema de relaciones de poder. Es decir, que dicho análisis permite detectar “la política de las relaciones de género” y los ajustes que han de realizarse por parte de las instituciones para alcanzar la equidad entre hombres y mujeres.
Por lo tanto implica estudiar formas de organización basados en relaciones dadas entre hombres y mujeres, identificando el trabajo productivo y reproductivo, el acceso y el control de beneficios, limitaciones y oportunidades, así como la capacidad organizativa de hombres y mujeres para promover la igualdad.
En términos operativos el análisis de género es el primer paso para la elaboración de cualquier política y la planificación de planes o programas tendiente a transformar la naturaleza del desarrollo basados en la desigualdad.
(Fuentes: Glosario de género y salud. USAID / Glosario de términos sobre género; Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y Familia / Visión de género. En: Internet [URL]: http: / / www.siscom.or.cr / cdp / proyecu / cuadernos / modulo1-2 / cuad4 / cuad4-3.html / Glosario del género. En: Internet [URL]: http: / / www.cinterfor.org.uy / public / spanish / región / ampro / cinterfor / temas / gender / doc / cinter / pacto / genero / iii.htm)

AUTOESTIMA
Es una valoración interna que un ser humano realiza de sí mismo. Tiene por tanto una significación no solo subjetiva, sino además psicológica acerca de cómo se observa desde su propia perspectiva humana. Al tener este carácter subjetivo, se estaría indicando que lo importante para mantener una adecuada autoestima, no es cómo me perciben los demás, sino cómo me siento y como me veo internamente. Producto de esa observación se puede tener una idea o actitud de aprobación o de desaprobación de uno (a) mismo (a)
También interviene el carácter psicológico, que puede hacer cambiar a la persona de acuerdo con el estado de ánimo producido por alguna experiencia particular, pero que en términos generales no va a afectar de forma duradera su autoestima, por ser una cualidad más permanente en cada ser humano forjada en su proceso de socialización.
(Fuentes: Visión de género En: Internet [URL]: http: / / www.siscom.or.cr / cdp / proyecu / cuadernos / modulo1-2 / cuad4 / cuad4-3.html / Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia / Glosario de género y salud. USAID)
CONDICIÓN DE LA MUJER
Son los factores y mecanismos sociales, económicos y culturales que mantienen a la mujer en una situación desventajosa y subordinada en relación con el hombre. La forma en que se expresa esta subordinación varía según el contexto histórico y cultural. La condición de la mujer como herramienta conceptual y operativa para el análisis, supone tomar en cuenta su estado material, que se expresa en el nivel de satisfacción de sus “necesidades prácticas”, como son el acceso a servicios agua, electricidad, vivienda, atención sanitaria, empleo e ingresos, etc.
Este concepto contempla el bienestar material de la mujer, ubicando las circunstancias concretas en que se desenvuelve dentro de su medio social, y que tienen que ver con los roles y funciones que la sociedad le asigna.
(Fuentes: Glosario de género y salud. USAID / Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia / Visión de género, En: Internet [URL]: http: / / www.siscom.or.cr / cdp / proyecu / cuadernos / modulo1-2 / cuad4 / cuad4-3.html / )
CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO
Se refiere a la definición de las características y los atributos que son reconocidos como masculinos o como femeninos, así como el valor que se les asigna en una determinada sociedad. Debe entenderse como parte de un proceso cultural, social e histórico, conocido como proceso de socialización, durante el cual se configuran y se asumen la identidad femenina y masculina.
La construcción social de la identidad del género tiene aspectos comunes y particulares que cambian de un grupo social a otro, de acuerdo con su acervo cultural, valores y ámbitos o espacios geográficos diferenciados. De este modo se puede hablar de “construcciones sociales” de la identidad de género, en referencia a que no se trata de la construcción de un solo proceso social, sino de muchos. De ahí la heterogeneidad de identidades femeninas y masculinas que se observan en la sociedad.
(Fuente: Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia / Glosario de género y salud. USAID / Glosario: Generando en perspectiva. IIDH)
DATOS DESAGREGADOS POR SEXO
Se entiende como la “descomposición” de los datos y la información estadística desglosándolos por sexo y grupo etáreo. Por lo tanto es una distinción que se hace de la población a partir de las diferencias biológicas que son permanentes.
En términos de la planificación para el desarrollo, la desagregación de los datos por sexo constituye un importante criterio, por lo que a una escala de lo local, es un mecanismo fundamental para desarrollar experiencias cada vez más participativas y equitativas desde el punto de vista del género. También revela la condición de las mujeres, como puede ser la falta de oportunidades en la toma de decisiones y en aspectos laborales, lo cual limita el ejercicio de la equidad en el desarrollo.
(Fuente: Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia)
DESARROLLO CON ENFOQUE DE GÉNERO
Concepto que se refiere a la construcción de relaciones de equidad y solidaridad entre géneros como condición para la realización personal y el desarrollo integral.
Parte de la idea central de que mujeres y hombres son actores del desarrollo, por lo que ambos deben tener acceso a los recursos, los beneficios que genere y sobre todo el acceso compartido a las decisiones. Sin embargo, es importante recordar que hombres y mujeres tienen necesidades y expectativas diferentes que el desarrollo debe proveerles, por lo tanto las políticas de desarrollo que se impulsen tienen que responder además a esas necesidades específicas de hombres y mujeres, y en esa medida diseñar las estrategias adecuadas para asegurarles las oportunidades de acceso a los recursos y beneficios de los géneros.
El fundamento de este concepto propone que para que haya desarrollo con enfoque de género, se debe trabajar en la sustentación de la equidad como principio generador de oportunidades para mujeres y hombres, poniendo énfasis en la situación particular que atraviesa la mujer en determinados contextos laborales, comunitarios y familiares, donde y por la forma en que se ha estructurado la división del trabajo y las funciones asignadas tanto a hombres como a mujeres, suele ocurrir que las mujeres aparecen en clara desventaja respecto a los hombres. Esta lógica es la que se debe superar para optar por un desarrollo más equitativo.
(Fuentes: Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia / Glosario de género y salud. USAID)
DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO
Una primera noción respecto a este concepto alude a la “división del trabajo socialmente establecida con base en las diferencias sexuales”. De este modo, se incluiría la noción acuñada de “división genérica del trabajo”, la cual ”alude a la atribución diferencial que se hace convencionalmente de capacidades y destrezas de mujeres y hombres, y consecuentemente a la distribución de distintas tareas y responsabilidades en la vida social...”.
Esto significa que socialmente al hombre se le ha dado el rol de “proveedor” de la familia y a la mujer el de “reproductora”, responsable del hogar y la crianza de los hijos. Extensivamente, vemos que se trata de una división del trabajo por género, pero que “es específica de cada cultura y época en particular”, por lo que no se trata de una división social del trabajo universal y rígida, sino que posee un carácter flexible. De ahí que se considere que puede adaptarse a la realidad particular en la que serían definitorias determinadas circunstancias socioeconómicas de una comunidad, región o grupo familiar –tales como enfermedad, ausencia de un miembro clave, pérdida de empleo o de ingresos-, la degradación de recursos naturales, o la influencia de un proyecto de desarrollo local o regional. En estos casos, la división sexual del trabajo o por género, tiende a diluir o desaparecer en términos de los roles “tradicionales” de mujer y hombre que socialmente les han sido dados.
Sin embargo en un contexto más general, los hombres están más dedicados al rol de proveedor realizado en el proceso productivo de un modo casi exclusivo aunque de vez en cuando asuman tareas que son consideradas más propias de las mujeres. Para las mujeres, el rol productivo es secundario, sobre todo en sociedades subdesarrolladas; debe ser realizado con otros roles de forma simultánea y lidiar con las “demandas conflictivas” que unos y otros presentan dentro de límites temporales muy concretos.
(Fuentes: Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia / Glosario de género y salud. USAID / Glosario del género, En: Internet [URL]: http: / / www.cinterfor.org.uy / public / spanish / región / ampro / cinterfor / temas / gender / doc / cinter / pacto / genero / iii.htm)
EL ÁRBOL DE PROBLEMAS

El árbol de problemas es una ayuda importante para entender la problemática a resolver. En él se expresan, en encadenamiento tipo causa/efecto, las condiciones negativas percibidas por los involucrados en relación con el problema en cuestión.
Confirmado el mencionado encadenamiento causa/efecto, se ordenan los problemas principales permitiendo al formulador o equipo identificar el conjunto de problemas sobre el cual se concentrarán los objetivos del proyecto. Esta clarificación de la cadena de problemas permite mejorar el diseño, efectuar un monitoreo de los "supuestos" del proyecto durante su ejecución y, una vez terminado el proyecto, facilita la tarea del evaluador, quien debe determinar si los problemas han sido resueltos (o no) como resultado del proyecto.
  
EL ÁRBOL DE OBJETIVOS
Los problemas de desarrollo identificados en el árbol de problemas se convierten, como soluciones, en objetivos del proyecto como parte de la etapa inicial de diseñar una respuesta.

Los objetivos identificados como componentes o productos de un proyecto se convierten en los medios para encarar el problema de desarrollo identificado y proporcionar un instrumento para determinar su impacto de desarrollo.
EL MARCO LÓGICO
Una primera aproximación a la respuesta de esta pregunta es que la MML es una herramienta de planeación basada en la estructuración y solución de problemas. Además la MML permite presentar de forma sistemática y lógica los objetivos de un programa1 y sus relaciones de causalidad, alineándolos a objetivos de mayor nivel.
Al conocer y estructurar de esta forma los Programas, la MML:
 Permite planear, organizar y presentar de forma sistematizada la información del diseño de un Programa.
 Comunica, con un lenguaje común entre los distintos involucrados, qué resultados son lo que se quiere lograr y cómo se pretenden alcanzar, quiénes son los responsables de lograr los resultados del Programa y en qué tiempo. De ahí que la MML constituya una base para la gestión de la operación de los Programas.
 Apoya al seguimiento y control de la ejecución de los Programas, esto desde la definición de los objetivos y sus metas de ejecución, hasta las decisiones de asignación y reasignación del presupuesto. Lo anterior, expresado en su herramienta MIR, donde se contemplan indicadores y metas claras, para el monitoreo y evaluación de los resultados de cada programa.
 Involucra a los afectados, pues su eficacia depende, en gran medida, del grado en que se incorporen los puntos de vista de los beneficiarios y de otras personas con un interés legítimo con el desarrollo del Programa.

EMPODERAMIENTO
El empoderamiento se refiere al proceso mediante el cual tanto hombres como mujeres asumen el control sobre sus vidas: establecen su propias agendas, adquieren habilidades (o son reconocidas por sus propias habilidades y conocimientos), aumentando su autoestima, solucionando problemas y desarrollando la autogestion. Es un proceso y un resultado.
(Fuentes: Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia / Glosario de género y salud. USAID / Glosario de términos relativos a la igualdad entre mujeres y hombres: “100 palabras para la igualdad” / Glosario: Generando en perspectiva. IIDH)

ENFOQUE DE GÉNERO
Es la “forma de observar la realidad con base en las variables “sexo” y “género” y sus manifestaciones en un contexto geográfico, étnico e histórico determinado. Este enfoque permite visualizar y reconocer la existencia de relaciones de jerarquía y desigualdad entre hombres y mujeres expresadas en opresión, injusticia, subordinación, discriminación mayoritariamente hacia las mujeres”. También podría homologarse con el término “perspectiva de género”, debido a que se define como “el enfoque o contenido conceptual que le damos al género para analizar la realidad y fenómenos diversos, evaluar las políticas, la legislación y el ejercicio de derechos, diseñar estrategias y evaluar acciones...”.
Desde este punto de vista, se considera que se trata de una “perspectiva teórico-metodológica”, que implica una forma de ver la realidad y una forma de intervenir o actuar en ella.
Las perspectiva de género se caracteriza por ser “inclusiva”, al incorporar al análisis otras categorías como la “clase”, la “etnia” y “edad”; asimismo observar y comprender cómo opera la discriminación, al abordar aspectos de la realidad social y económica de mujeres y hombres con el fin de equilibrar sus oportunidades para el acceso equitativo a los recursos, los servicios y el ejercicio de derechos.
Igualmente, el enfoque de género permite cuestionar el “androcentrismo” y el “sexismo” existente en los ambientes sociales y laborales, al mismo tiempo que propone estrategias para erradicarlos; visibiliza las experiencias, intereses, necesidades y oportunidades de las mujeres con miras al mejoramiento de las políticas, programas y proyectos institucionales; y, por último, aporta herramientas teóricas, metodológicas y técnicas para formular, ejecutar y evaluar estrategias que conduzcan al empoderamiento de las mujeres.
(Fuentes: Segunda parte: El marco teórico de los cursos-taller sobre derechos humanos de las mujeres: la perspectiva de género y la protección internacional de los derechos humanos / Glosario de términos sobre género. Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia / Glosario de género y salud. USAID.)
EQUIDAD DE GÉNERO
Equidad equivale a justicia. “Es dar a cada cual lo que le pertenece, reconociendo las condiciones o características especificas de cada persona o grupo humano (sexo, género, clase, religión, edad). Es el reconocimiento de la diversidad...” sin que esto implique razones para discriminar.
De esta forma la equidad de género, entendida como el conjunto de características o rasgos culturales que identifican el comportamiento social de mujeres y hombres, lo mismo que las relaciones que se producen entre ellos, deben basarse sobre relaciones de equidad; es decir, que cada cual (hombre y mujer en el plano individual o colectivo) reciban en su justa proporción lo que como seres humanos les corresponde de acuerdo con las necesidades y condiciones que les impone determinado contexto social y temporal.
La equidad entonces como principio, es condición indispensable y necesaria para lograr la igualdad de género, de ahí que se le considere como elemento complementario de esa igualdad. La equidad pone en perspectiva tanto la diversidad y la desigualdad ya sea en el plano social, económico, político y cultural. Por lo mismo, trabaja sobre la base de que tanto las mujeres y los hombres tienen derecho a “acceder a las oportunidades” que les permita en forma individual y colectiva alcanzar una mayor igualdad y mejorar su calidad de
vida. De este modo, la equidad se traduce en eje transversal que trasciende la condición de género como tal, para proyectarse al desarrollo humano y social como máxima aspiración.
(Fuentes: Torres García, Isabel. La aplicación de la cuota mínima de participación de las mujeres : ¿ficción o realidad?. Un diagnóstico para Costa Rica . Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Centro para el Progreso Humano, 1ª edición, San José, C.R., febrero 2001 / Glosario de género y salud. USAID / Equidad, igualdad y género: glosario OPS / )

domingo, 12 de mayo de 2013

EL REGRESO DE LAS EPIDEMIAS SALUD Y SOCIEDAD EN EL PERU DEL SIGLO XX

 IDENTIDAD REGIONAL Y  MALARIA EN EL PERÚ DEL SIGLO VEINTE     

Existen enfermedades que por su extensión y frecuencia llegan a ser aceptadas como parte de la vida cotidiana de una población. En el Perú, una de estas enfermedades fue sin duda la malaria. Los términos de chujcho (quechua), paludismo, calenturas, tembladera, tercianas y quartana, fueron asociados a síntomas de la enfermedad como la intermitente combinación de escalofríos, fiebres y sudor, que generalmente no matan pero que debilitan, incapacitan para el trabajo y favorecen el desarrollo de otras dolencias. La malaria, una enfermedad producida por el parásito Plasmodium que es trans- mitido por el mosquito Anopheles, está ampliamente extendida en el país. De las tres formas en las que se presenta en el Perú el parásito Plasmodium: vivax, malarie y falciparum, la primera, conocida como terciana o malaria benigna, es la más frecuente y la última es la única que causa una muerte fulminante.
Dos  características  de  la  historia  de  la  malaria  en  el  Perú  fueron: primero, que confirmó diferencias marcadas por patrones culturales y geográficos, y segundo, que las campañas contra la enfermedad tuvieron un impacto sobre el significado de la salud pública en el país.

Las bases eco lógicas y sociales
Tradicionalmente la malaria ha sido en el Perú una enfermedad típica de la costa y de la selva, para comprender las bases ecológicas de la malaria  es necesario entender las características de cada región, se considera que la costa posee una altitud de 0 a 1,500 metros sobre el nivel del mar y que la selva se inicia y desciende en la vertiente oriental de los Andes a partir de los 2,000 metros sobre el nivel del mar. Una característica de este mosquito en el Perú es que “es raro encontrarlo más allá de los 1,500 metros de altura sobre el nivel del mar. En la costa está atravesada por valles de reducida extensión separados por áreas desérticas donde las precipitaciones pluviales son excepcionales. Los ríos que forman estos valles descienden en fuerte pendiente de los Andes inmediatos. En las épocas de lluvias en la sierra (de enero a marzo) el volumen de los ríos aumenta, su cauce se vuelve errático y arrastra por su lecho arena, tierra y piedras que forman  filtraciones,  pantanos  y  otros  depósitos  de  agua.  En  el  agua estancada, que se incrementa hacia el final de la estación de lluvias, es donde se crían las larvas del Anopheles.

Otros factores ambientales que favorecen la vida de los mosquitos en la costa son la  temperatura moderada, y la alta humedad, alrededor del 70 por ciento, que favorecen el desarrollo del Anopheles en casi cualquier época del año, especialmente al final del verano cuando termina el período de lluvias en la sierra, la baja altitud y la estacionalidad de las lluvias de la sierra. El Anopheles más común en la costa y en los valles interandinos es el A. pseudopunctipennis, cuyas hembras chupan la sangre de las personas para obtener proteínas y poder madurar su huevos y desovan en depósitos de agua asoleados, poco profundos y con algas al margen.
Debido al frío, la sequedad del ambiente, la altitud y lo escarpado del terreno que impide el estancamiento de las aguas, en la mayor parte de la sierra no existe ni el Anopheles ni la transmisión natural de la malaria. Sin embargo, en la sierra sí existen casos importados de malaria adquirida en la costa, en la selva o en los valles interandinos. En la selva, donde los ríos son más grandes y las lluvias más persistentes, la base ecológica de la malaria es distinta a la de la costa. La época con menos malaria es la de mayor precipitación pluvial (de junio a agosto) debido a que la intensidad de las lluvias impide la conservación de los criaderos de larvas. Durante la estación seca, baja el torrente de los ríos y se forman pantanos y pozas donde viven las larvas. En los lugares de baja altura sobre el nivel del mar  (conocidos  como  selva  baja  o  llano  amazónico)  las  lluvias  son frecuentes y es más dificil la vida de los Anopheles. La malaria es más intensa en la región selvática más cercana a la sierra (ceja de selva o montaña). La variedad de mosquitos es mayor en la selva que en la costa y los principales vectores son A. darlingi, rangeliy oswaldoi. Finalmente, en la selva la malaria se agrava por las infecciones intestinales como la anquilos- tomiasis, la ausencia de servicios médicos, los cultivos que demandan inundación como el arroz y el gramalote (un pasto para ganado de baja calidad), la destrucción del bosque, el mal estado de los canales, estanques y acequias de regadío, las excavaciones producidas por la construcción de casas, caminos, carreteras y obras de irrigación y costumbres sobre la conservación del agua que favorecen el crecimiento de los Anopheles como el tener pozos cerca de las viviendas.
Un factor humano relacionado a la malaria en el Perú fue la migración entre regiones geográficas diferentes. La malaria se ensañó con los migrantes serranos que llegaban a la costa ya la selva. Esto se debió a que la malaria confiere una inmunidad limitada donde es endémica, La   inmunidad   también   podía adquirirse luego de varias infecciones que dejaban una secuela de mala salud y anemia. Por" el contrario, los serranos que migraban a la costa o la selva, por comercio o por trabajo agrícola temporal, no tenían ninguna experiencia previa con el Plasmodium.
La migración de la sierra hacia la costa y la selva se intensificó a inicios del siglo veinte con la expansión de las haciendas y empresas dedicadas a la comercialización de azúcar, arroz, madera, fruta y caucho y el crecimiento del número de trabajadores rurales (llamados braceros). A comienzos de este siglo, la necesidad laboral de las haciendas  costeñas  fue  satisfecha  con  los  indígenas  . Los trabajadores serranos laboraban durante los períodos de siembra y cosecha que coincidían con la mayor presencia anofelina.    Existió también una migración temporal de serranos ligada al comercio, celebración de ferias y fiestas religiosas y construcción de caminos. Además de la falta de experiencia con el Plasmodium los serranos que caían víctimas de la malaria tenían que enfrentar el difícil acceso a la medicina tradicional u occidental, la falta  de  apoyo  familiar  para  atenderse,  la  sobrexplotación  a  que eran sometidos y las pésimas condiciones de vivienda.  A la selva  también  se  llevaban  serranos  para  las  haciendas  debido  a  que  se pensaba que los nativos no trabajaban disciplinadamente. Al igual que la costa, también existía una mayor
susceptibilidad de los foráneos y cierta inmunidad de los nativos.
Todos estos factores contribuyeron a sustentar una idea entre médicos, geógrafos y escritores del Perú de comienzos del siglo veinte: que existía una identidad entre los indígenas que trabajaban en las haciendas de la costa o de la selva y la malaria.   Muchos de ellos creían que la mayoría de maláricos eran serranos. Esto era interpretado como un signo de debilidad racial, o como la razón del atraso de la agricultura y la miseria de los indígenas.
La identidad entre el trabajo migrante y la malaria, se extendió más allá de  Lima pues los médicos creían que la enfermedad se disponía entere los braceros indígenas y esto era más importante que los factores sociales y ecológicos.  El tipo de alimentación bajo,  la  idiosincracia sui-generis del  serrano  y  su engañoso coqueo son factores que lo ponen en condiciones privilegiadas para adquirir el paludismo. Este hombre después de dos o tres semanas que todavía puede resistir sus paroxismos maláricos, acude al  hospital exhausto y  depauperizado con una serie de complicaciones donde campea de una manera preferencial la [tuberculosis]. Los médicos de la  sierra también percibían la  vulnerabilidad de los indígenas. Las peculiaridades de la malaria en el Perú fueron también percibidas por la propia población. Para la población de la costa era natural convivir con una gran cantidad de mosquitos y una manera de distinguir a los forasteros era cuando alguien se quejaba de los insectos o le daba una fiebre alta. Algunas formas de tratamiento indican la adaptación a la enfermedad. Por ejemplo, a comienzos de siglo durante las epidemias de malaria en Loreto los pobladores favorecían el contagio de los niños para evitar infecciones posteriores más agudas.  Los indígenas de Paucartambo y Apurímac consideraban a la malaria como una enfermedad de los arrieros, los comerciantes que transportaban mercancías entre  los valles. En el  primer lugar existía  la  danza de "los palúdicos" en  la  que  arrieros  desfilaban con  máscaras  amarillas  en  una metáfora de la palidez de la anemia. 
Las primeras campañas
La lucha del Estado peruano contra la malaria durante el siglo veinte se divide en dos períodos. El primero se inició a comienzos de siglo y duró hasta los años cuarenta. El segundo, comprende desde entonces hasta el fracaso de la erradicación de los años setenta. En el primer período, los objetivos fueron el control de las larvas y la atención a los enfermos. El control se realizaba con obras hidráulicas costosas como el drenaje de reservorios de agua o su rociamiento con sustancias como Verde de París o petróleo que impedían a las larvas respirar en la superficie. Medidas complementarias fueron la fumigación y la protección de las viviendas con mosquiteros y telas metálicas.
La atención de los enfermos consistía en la administración de quinina a través de drogas como la plasmoquinina y la atebrina. A pesar que la planta era oriunda de los Andes,  el  Perú importaba quinina. Sin embargo, la cantidad y la calidad de la quinina no era siempre la adecuada, medicarse era costoso y demandaba tiempo de reposo del que no siempre se disponía. La primera acción del Estado por controlar la malaria se dio con la ley 2364 de 1916 llamada de Profilaxis al Paludismo, que surgió como respuesta a una epidemia en Chanchamayo.
Según esta ley, los hacendados debían proteger a sus trabajadores, distribuir gratuitamente la quinina y destruir las larvas. La ley declaró libre de impuestos la quinina y la tela metálica y estableció una distancia mínima entre las poblaciones y los cultivos de arroz y caña de azúcar.  Algunos hacendados, especialmente de la costa norte y del centro, cumplieron en lo referente al sostenimiento de un servicio médico, así como con el suministro de quinina y la limpieza de los canales y acequias. Fue menos frecuente, la desecación  de  pantanos,  considerados como  "reservorios  de  riego"  y  la reconstrucción de las rancherías de los trabajadores. En regiones de colonización de la selva como Chanchamayo, luego de una epidemia de malaria, los hacendados formaron una Sociedad Filantrópica que administró un hospital de palúdicos entre 1908 y 1918.Más adelante, el Estado apoyó el hospital, pero cobrar a los hacendados por la atención de sus empleados era difícil. En general, el cumplimiento de la ley fue inconstante, creando una situación en que el Estado y los hacendados querían atraer migrantes pero no podían pagar los costos del saneamiento.
La legislación antipalúdica generó controversias que revelaron los intereses envueltos en el control de la enfermedad, un debate frecuente fue la distancia que debía existir entre los cultivos de arroz y los centros poblados. Los médicos, que trataban de descargar la responsabilidad en los hacendados, apoyaron la disposición de dos kilómetros. Los arroceros, tenían cierto poder porque el arroz era un ingrediente básico  de  la  dieta  nacional, su  cultivo  estaba  protegido por aranceles desde comienzos del siglo veinte y el área cultivada creció desde entonces. La controversia derivó en un debate entre médicos y arroceros. En 1932, la Academia Nacional de Medicina aprobó una moción de Carlos Enrique  Paz  Soldán  advirtiendo de  la  amenaza  malárica  del  arroz.  Los agricultores respondieron en un pronunciamiento de la Conferencia Arrocera celebrada ese año que declaró que no existía una relación unicausal entre el arroz y la malaria y criticó la obligación de ejecutar obras de saneamiento, además no se podía suprimir el cultivo de arroz porque causaría carestía, desempleo y hambre. Su conclusión fue definitiva: "Si el arroz es un mal, hay que reconocer que es un mal necesario".
En otras regiones no se produjeron estas polémicas ni se pudo aplicar la ley debido a la debilidad del gremio médico y del Estado no tenían las condiciones necesarias para atender la enfermedad.
Otros obstáculos que enfrentaron los sanitarios fueron la resistencia y la negación de la enfermedad. Por parte de los pobladores creyendo que las  fiebres maláricas de los niños no eran más que "susto". Estaba difundida que  la concepción de que la malaria se contraía por permanecer mucho tiempo en el agua o ingerir frutas verdes y que el mejor tratamiento eran las infusiones de yerbas amargas para "sacar el frío" o "asustar" a los pacientes. Asimismo, persistió el pensamiento mítico  de demonios y duendes Vivian en los manantiales, quebradas .Para protegerse existían objetos y ritos que había que cumplir al pasar por esos lugares. También se recomendaba evitarlos a ciertas horas que eran las mismas en las que proliferaban los mosquitos. En la selva, debido a las experiencias de tratamiento incompleto con quinina y las dosis elevadas que tenían efectos tóxicos, los médicos tenían que recetarlo con otro nombre para "que no sea reconocido".  Los trabajadores de las haciendas costeñas tenían un motivo poderoso para negar la malaria: el temor a ser separados del trabajo.
Hacia 1939, el Ministro de Salud estimaba en trescientos mil el número anual de maláricos. Asimismo, se lamentaba de que el control de la enfermedad era "exiguo, casi nulo" y que en ciertas regiones la malaria era "algo... de lo que nadie protesta ni se conduele; se acepta como algo consustancial a la vida".   
Una epidemia en La Convención
Cuando la carretera llegó a Quillabamba a fines de 1932,  llegando  también la   terrible epidemia de la malaria comenzando la feroz epidemia en el Perú del siglo XX. Quillabamba, creada en 1918, era la capital provincial de La Convención,    una  de las provincias más extensas y menos pobladas del Perú. Desde comienzos del siglo veinte la región experimenta una repentina prosperidad por su inserción a los mercados cuzqueño, puneño y boliviano como abastecedora de coca, azúcar y víveres. Además se dieron  las leyes de e colonización de tierras de montañas de 1898 y 1909, experimentó un notable crecimiento de haciendas.

Generalmente estas tierras presentaban  difíciles  condiciones de  trabajo por su ubicación .así mismo  la resistencia de los nativos de la selva para convertirse en campesinos y la distancia entre las tierras de cultivo y los centros poblados, impidieron la formación de un mercado libre de trabajo. Los hacendados de La Convención resolvieron este problema   alquilando sus  haciendas  a  los  arrendires  a  cambio  de  una  serie  de obligaciones que incluían el trabajo en las tierras y la casa del dueño. Estas  obligaciones incluían  enviar sirvientes a la casa del patrón y proveer jornaleros que trabajen algunos días al mes en las tierras del hacendado. Los contratos estipulaban no sólo el trabajo de los hombres sino el de las mujeres que eran valiosos para la cosecha. En la última escala social de este sistema de dependencia personal estaban los habilitados o peones agrícolas, que no poseían tierra y que trabajaban por breves temporadas en la hacienda. Los pagos a los peones combinaban efectivo con aguardiente y alimentos. Finalmente, había una población flotante en la región de arrieros y comerciantes que iban y venían a la ciudad del Cuzco.
Las condiciones de vida tanto en las haciendas como en las tierras que trabajan los  campesinos  eran  paupérrimas. Las  rancherías previstas para albergar transitoriamente a los trabajadores de las haciendas eran "cuartos oscuros, sucios, [y] nunca desinfectados".
El  sistema  de  poblamiento  que  promovieron  las haciendas fue una respuesta ineficiente a la necesidad de expansión comercial en la  selva, sobre todo por la  carencia de una infraestructura social que respaldara la colonización, encontrándose una precariedad en las organizaciones municipales, con malos manejos administrativos sintiéndose apenas la presencia del estado solo con la reducida presencia policial . La miseria de los trabajadores rurales se explica no sólo por el sistema de colonización sin salud. En medio de esta falta de autoridad, existió una institución que tuvo legitimidad y ascendencia en la población: la orden de los dominicos. Los misioneros dominicos llegaron en 1903 con la explotación del caucho en la selva. A comienzos de los años veinte se les sumaron las madres de la orden que organizaron un colegio de niñas en Quillabamba. La ascendencia que lograron los dominicos se debió a su devoción y persistencia, su vida asceta y su atención a los problemas globales de la población.
En 1932 la malaria comenzó en uno de los extremos de la colonización de la selva. Apareciendo los primeros casos en Siriato, dentro del territorio de las tribus machiguengas y cerca de las misiones dominicas del Coribeni. La epidemia avanzó río arriba hasta llegar a Quellounu y luego se bifurcó en dos direcciones. Alarmados por la rápida expansión de la enfermedad, el obispo, el alcalde y otras autoridades de Quillabamba, se reunieron pidiendo ayuda  para  enfrentar  una  "epidemia  desconocida que  causaba  una  gran mortandad". Las noticias de los diarios del Cuzco fueron aterradoras: la noticia alarmante en la población obligo a imigrar a muchas familias dejando a los enfermos abandonados a su suerte y consigo centenares de cadáveres insepultos que son comidos por los cuervos.
La dispersión de las viviendas, la escasez de vías de comunicación y la miseria eran aliados perfectos a la epidemia. Como los enfermos morían en 24 horas, con vómitos, fiebre alta, dolores de cabeza y el semblante pálido, se pensó que la epidemia podía ser de fiebre amarilla.   La forma más común de malaria se caracterizaba por fiebres intermitentes que no mataban de una manera fulminante. Aunque el médico titular de la provincia pensó que era malaria, sólo muestras entomológicas y hematológicas podían verificar la identidad de la enfermedad.  Se halló el Anopheles pseudopunctipennis, considerándolo el transmisor de la malaria.  Afirmando después  
que en los exámenes de sangre identificó al "Plasmodiumfalcíparum, agente de la malaria maligna... y también... [Al] paludismo benigno o forma terciana". La epidemia avanzó rápidamente hasta llegar a las estribaciones de los Andes. Según el médico de Calca, existía una relación inversamente proporcional entre la epidemia y la altura. Conforme se iba descendiendo hacía la selva aumentaban los casos, siendo menores en las haciendas más altas  del valle.  Es interesante anotar que la  epidemia fue precedida por fuertes lluvias que multiplicaron los reservorios de mosquitos.

La  misma  colonización de  la  selva  jugó  un  rol  en  el  origen  de  la epidemia. Yaq ue el tratamiento de las tierras para cultivo era quemar el bosque para hacer cultivable la selva, la de forestación es una causa de malaria ya que permite a la lluvia crear reservorios de agua. Asimismo, la construcción de carreteras, que se incrementó poco antes de la epidemia, creó pantanos y charcos que se convirtieron en criaderos. La movilidad fue decisiva para la difusión de la malaria si se toma en cuenta que los primeros casos eran de personas que se internaban en la selva y volvían a centros poblados y que los trabajadores se trasladaban desde sus viviendas, ubicadas en zonas altas del valle, a las tierras del hacendado, generalmente ubicadas en terrenos de menor altura donde abundaban los mosquitos. La malaria también se difundió con los arrieros que frecuentemente trajinaban el valle llevando mercancías. Atacando  sobre todo a "los puñarunas o sea los indios de la sierra que habían venido a ganarse la vida a estas regiones". La poca incidencia entre los nativos de la selva se debería a que los adultos de las tribus tenían cierta inmunidad. Los pobladores de selva  no eran un peligro para la extensión de la enfermedad por esta inmunidad y porque tenían poco contacto con el exterior. Por otro lado, la migración y colonización creaban problemas de salud en la población selvática. Estos caían víctimas de males para ellos desconocidos como la viruela y la gripe, adquiridas por nativos que iban a la sierra en busca de sal u otros productos.
Un  indicador de  la  debilidad de  las  autoridades para  organizar una campaña fue la situación del Concejo de Quillabamba que en noviembre de 1933 se hallaba acéfalo por la renuncia de ocho regidores.  El  subprefecto  de  La  Convención estableció  un  servicio  obligatorio,  rotativo  y  ad  honorem  del  cargo  de teniente  gobernador. Algunos protestaron por la  imposición y  porque el trabajo consistía en recoger y aislar a los enfermos. La fragilidad de las autoridades regionales, la débil acción del Estado y la poca intervención de los hacendados acentuó la importancia de los dominicos. Las madres de la orden improvisaron un hospital utilizando las instalaciones de una escuela que entre noviembre de 1932 y diciembre de 1934 atendió a 2,770 enfermos.  La desesperación y la impotencia acentuaron una religiosidad entre la población que los dominicos se encargaron de fomentar hicieron creer que el origen de la epidemia estaba en los pecados de los pobladores y la curación requería del arrepentimiento. Ayudo a la  religiosidad también tener  porque no había una respuesta oficial. Aunque la noticia de la epidemia llegó a Lima en noviembre de 1932, en parte porque no había nadie a cargo de la Dirección de Salubridad, recién a fines de diciembre  se  tomaron  las  primeras  medidas  al  declararse  palúdicos  a  La Convención y Lares. El retraso de la respuesta gubernamental se explica por la coyuntura de crisis política que atravesaba el país bajo el gobierno del comandante Luis Sánchez Cerro quien asumió el poder en diciembre de 1931. La inestabilidad del régimen se agravó por las situaciones de la conyutura política de ese entonces, terminando con  el asesinato de Sánchez Cerro en abril de 1933.
La inestabilidad política del gobierno de Sanchez cerro  explica por qué el gobierno quiso disminuir la importancia   de   la   epidemia, no dando los recursos necesarios y tratando de ocultar información.   Recién en agosto de 1933 el Ministerio de Fomento asignó treinta mil soles para combatir la malaria en el Cuzco En el Cuzco se  formó con las autoridades del departamento y los hacendados de La Convención y Lares una Dirección General de la Campaña presidida por el Prefecto y trasladó a médicos de otras provincias a la región. Se inyecto una partida de  cien mil soles más para la campaña. Estos fondos provinieron de las rentas fiscales de los valles afectados por la epidemia. Asimismo, se dispuso que los impuestos provinciales no fuesen recaudados, una medida que duró hasta 1937. Es decir, una campaña antimalárica apoyada desde Lima, sólo empezó a fines de 1933, casi un año después del inicio de la epidemia. El retraso indica la centralización de las decisiones en Lima donde las prioridades sanitarias de las provincias alejadas de la capital no tenían importancia. La campaña en La  Convención  y  Lares  fue  un  trabajo  paliativo,  que  se  redujo  a  la distribución esporádica e  in discriminada de quinina y  mosquiteros.
Según los médicos la campaña antimalárica no fue efectiva en parte porque los hacendados -salvo excepciones- no se interesaban por la salud de sus trabajadores.   El  enfrentamiento entre los hacendados y  las autoridades locales se reflejó en una denuncia contra el jefe de salud. Según los hacendados, este médico revendía la quinina enviada desde Lima en su botica y en la tienda de su hermano, ambas ubicadas en Quillabamba. Sin embargo, fue defendido por, el Concejo de Quillabamba y  el  diario El  Sol del Cuzco.  Las acusaciones contra este podían deberse al resentimiento por sus estrictas medidas, a lo corto de su nombramiento o a la desconfianza que generaba por ser extranjero. Lo cierto es que en un momento de emergencia en el que la quinina tardaba en llegar de Lima hasta veinte días, el medicamento se convirtió en un bien escaso y caro. De ello aprovecharon boticarios y algunos enfermos que fingían tomarla para después venderla. Más grave fue la denuncia que la quinina era suplantada por bicarbonato, almidón y albayalde, una sustancia tóxica compuesta de plomo.
La epidemia también sirvió para revelar las percepciones y actitudes populares con respecto a la salud y la enfermedad.  Muchos se negaron a tomar la quinina. Ésta era rechazada porque se consideraba que era una bebida  de  sabor  amargo  y  cálido  que  no  servía  para  combatir  una enfermedad cuyas características eran el calor y la fiebre. Estas ideas reflejaban la persistencia de antiguas concepciones indígenas. La quinina era rechazada también por el desagradable tratamiento generalmente utilizado que incluía fuertes dosis de purgantes que se hacían porque se consideraba que el medicamento haría mejor efecto en un  estómago  vacío.  Asimismo,  muchas  veces  se  administraban  dosis normales sin tomar en cuenta los efectos colaterales en personas desnutridas, anémicas o  alcohólicas. Existió siempre cierta distancia entre los sanitarios y la población porque muchos médicos no hablaban el quechua y consideraban como graves impedimentos la resistencia de los hacendados y las concepciones populares indígenas.  En medio de la indolencia de los hacendados, cuestionamientos a los médicos y resistencia de la población, la malaria avanzó hasta abril de 1934 cuando se apagó después de eliminar o infectar a toda la población susceptible. La malaria dejo un promedio de seis mil personas murieron y quince mil enfermaron durante  la  epidemia de una población de veinticinco mil habitantes
Años después, la preocupación por la malaria sirvió para empezar a resolver  los  problemas  sanitarios  de  la  región.  De  trascendencia fue  la organización en 1937 del Servicio Antimalárico del Cuzco de la Dirección de Salubridad, que permitió al Estado supervisar el cumplimiento de las obligaciones sanitarias de los propietarios, controlar la venta ilícita de la quinina y distribuir la droga gratuitamente.  Se creó un clima político favorable para resolver las carencias sanitarias que fue bien aprovechado  por  Monteagudo  quien  exigió  que  el  Estado  provea  agua potable   y   desagüe,   renueve   el   Hospital   de   Quillabamba,   organice dispensarios y realice obras de saneamiento.
El Estado y la malaria
Poco después de la epidemia de La Convención, el Estado centralizó sus actividades para controlar la malaria en el país. Desde 1933, el Servicio de Higiene y Profilaxis de la Dirección de Salubridad tuvo cierto apoyo de la Sociedad Nacional Agraria y pudo estudiar  las  condiciones  de  transmisión  y  control  de  la  malaria  en Carabayllo. Realizándose importantes estudios para determinar el índice de la endemicidad midiendo  la proporción de personas con agrandamiento del bazo, una reacción común a las repetidas infecciones de la malaria. Estas    experiencias formaron un  grupo humano que   con el transcurso de los años   se constituyó en el Departamento Técnico de Malaria, dentro del recientemente creado Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social. Se emprendieron campañas en varias regiones, se construyeron hospitales maláricos, se contrató a personal especializado incluyendo a ingenieros y la Sociedad Nacional Agraria vendió a precio de costo la quinina.
El contexto político de estos cambios fueron los  gobiernos de Manuel Prado (1939-1945), el intento democrático de Bustamante y Rivera (1945- 1947) y el régimen militar de Manuel A. Odría (1948-1956). Estos fueron gobiernos marcados por su cercanía con los intereses norteamericanos, la influencia de los sectores agrarios exportadores (azucareros y arroceros) y políticas sociales populistas que extendieron los servicios de educación y salud.   Esta extensión se materializó en la creación del Seguro Social Obrero  en  1936  y  del  Empleado  en  1948  que  cubrían  la  enfermedad, períodos  de  la  maternidad,  jubilación  e  invalidez  de  los  trabajadores inscritos. 
En ese período los argumentos que relacionaban el control de la malaria y el desarrollo agrícola crecieron en importancia. Estos argumentos subrayaban la escasez de la mano de obra, la depreciación de la propiedad por pantanos o zonas maláricas, las pérdidas producidas por la disminución del rendimiento individual en el trabajo y el costo por asistencia médica. A ello se sumó una renovada insistencia en desarrollar la selva por militares, empresarios, políticos y médicos. Los militares sintieron la importancia de la malaria en las guarniciones de frontera. El Estado, los políticos y los empresarios empezaron a interesarse en la selva, a promover la colonización de la misma y a proteger la salud de los colonizadores.  La selva les parecía una región inexplorada, inexplotada y rentable. Tradicionalmente, la lucha antimalárica en la selva se limitó a la construcción de viviendas lejos de criaderos, a limpiar los depósitos de agua, a usar mosquiteros, pero en general se consideraba que el control en la región era imposible o no era prioritario.  
El  argumento  de  la  salud  pública  como  un  prerrequisito  para  el desarrollo económico fortaleció la lucha antimalárica. Entre 1938 y 1943, el presupuesto destinado a este objetivo creció que permitió aumentar el  personal, ampliar el suministro   de   quinina,   mejorar   los   hospitales   antimaláricos,   A comienzos de los años cuarenta (segunda guerra mundial) el gobierno norte americano quería proteger a sus soldados en el pacifico  se firmaron convenios entre los Estados Unidos y el Perú que prohibieron la exportación de quina y establecieron una fábrica de quinina.
La lucha antimalárica en el Perú recibió más apoyo norteamericano por el Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública (SCISP) y la Fundación Rockefeller (FR). El origen del SCISP fue una conferencia panamericana celebrada en 1942 donde se acordaron varios programas cooperativos en  salud. Luego de  una visita  del  director de  Sanidad del Instituto de Asuntos Interamericanos, se estableció en el Ministerio de Salud el SCISP. Este Servicio, que administró el aporte económico y técnico de los Estados Unidos, llegó a emplear a 750 peruanos en 1953 y funcionó regularmente hasta comienzos de los años sesenta. En sus primeros años el SCISP  trabajó  en  la  selva  y  en  Chimbote,  un  puerto  ubicado  a  400 kilómetros al norte de Lima. Para estos fines el gobierno norteamericano destinó 1 '350,000 dólares. En la selva se promovió la educación higiénica y se construyó un moderno hospital en Iquitos.
La campaña en la pequeña localidad de Chimbote fue más ambiciosa porque se trató de un saneamiento integral para crear las bases de un centro industrial y comercial. Chimbote fue elegido para instalar una siderúrgica nacional, considerada entonces esencial para un desarrollo económico autosostenido, y fue el eslabón inicial del crecimiento de la industria pesquera. El trabajo del SCISP consistió en el drenaje de siete pantanos que ocupaban 887,000 metros cuadrados, la  instalación de sistemas de agua potable y la construcción de un moderno hospital. Asi mismo la fundación Rokefeller  firma un convenio con el Perú, estos fondos apoyaron los servicios de malaria y fiebre amarilla, el Instituto Nacional de Higiene, la organización de un ejemplar servicio sanitario experimental en lea y el ensayo de erradicación del Anopheles en un valle de la costa.
El ensayo se basó en la idea de que los valles costeños estaban tan aislados entre sí por desiertos que funcionaban como islas y que por tanto era posible eliminar los mosquitos en un solo valle. Después de menos de un año de trabajo, la aplicación de larvicidas pareció exitosa ya que la presencia de mosquitos era mínima. Sin embargo, en abril de ese año, hacia el final de la temporada de lluvias de la sierra, aparecieron criaderos de larvas. Por otro lado, la cosecha de algodón atrajo a nuevos migrantes. Poco después de enfrentar estos problemas, la FR c1ausuró sus actividades en Lurín concluyendo que en la costa era posible controlar la densidad de los mosquitos pero que era imposible erradicar la malaria.
A pesar de estos resultados la FR contribuyó a traer al Perú una crucial innovación tecnológica antimalárica: el DDT. Éste era un insecticida que permanecía activo por meses, eliminando la necesidad de repetir el rociamiento. El DDT, que era menos costoso que los larvicidas, no sólo abarató la lucha contra la malaria sino que cambió su orientación. A partir de este insecticida el énfasis estuvo en la eliminación del mosquito adulto y ya no en la de las larvas.
Uno de los efectos más importantes del control de la malaria fue la intensificación de la migración serrana a la costa y a la selva. El proceso migratorio se acentuó después de 1940 por la confluencia de factores como el  crecimiento urbano en la  costa, la  industrialización y  la  crisis de las haciendas serranas. El crecimiento urbano fue marcado donde se hizo trabajo antimalárico intenso como Chimbote que su población mostro un incremento importante. Así como la malaria sirvió para consolidar la distribución geográfica de la población peruana hasta la década del cuarenta, la lucha antimalárica contribuyó a romper esta distribución. Debido a la migración, el Perú pasó entre 1940 y 1972 de ser predominantemente rural a un país con una mayoría que vivía en zonas urbanas y se transformó de  predominantemente serrano  a  predominantemente costeño. 
Sin embargo, hacia mediados de los años cincuenta los rociamientos con DDT disminuyeron cuando aún existían tres millones de peruanos que vivían en zonas consideradas de riesgo malárico. La importancia que todavía tenía la enfermedad en el Perú está sugerida por el hecho que entre 1946 y 1955 la malaria ocupó el primer y el décimo lugar como causa de morbilidad y mortalidad.
Auge y caída de la erradicación
La lucha contra la malaria recibió un nuevo impulso en el Perú, cuyo  objetivo era "erradicar la malaria en todo el territorio nacional en el menor tiempo posible" se inició en 1957, gracias al apoyo de la Organización Panamericana de la Salud y el Fondo  de  Naciones  Unidas  para  la  Infancia  (UNICEF). La UNICEF proveía los vehículos, equipos, insecticidas y algunos medicamentos. La Organización Panamericana de la Salud contribuía con la asesoría técnica, el adiestramiento de personal y medicinas. Se pensó que un trabajo consistente con insecticidas y medicamentos por cinco años  sería  exitoso  y  más  ventajoso  que  los  gastos  ilimitados  de  las inacabables tareas de control. Finalmente, se consideró que con la campaña podrían controlarse otras enfermedades (el DDT eliminaba los vectores del tifus murino, la fiebre amarilla y el dengue) y fortalecerse los servicios de salud. La campaña fue organizada en cuatro etapas precisas y ordenadas que deslumbraban por su arquitectura y cohesión. La primera, o preparatoria, duraba  un  año  y  consistía en  la  delimitación  de  la  zona  de  trabajo,  la capacitación del personal y el establecimiento de puestos de vigilancia. La segunda  etapa,  de  ataque,  duraba  hasta  cuatro  años  y  consistía  en  la aplicación semestral de DDT a las viviendas y la administración de medicamentos   hasta   interrumpir   la   transmisión.   Simultáneamente,   se evaluaba los resultados con muestras de sangre obtenidas de los puestos de vigilancia. La tercera, o de consolidación, que duraba entre uno y tres años, empezaba cuando se conseguía la interrupción de la transmisión, al eliminar los mosquitos adultos y los criaderos, y se atendía a todos los enfermos. En esta  etapa, se  suspendía la  aplicación  de insecticidas y  los sanitarios se dedicaban a la vigilancia epidemiológica y a la identificación y tratamiento de casos sorpresivos. La cuarta y última fase, denominada de mantenimiento, servía para confirmar la ausencia de malaria y declarar su erradicación. A diferencia de las anteriores, era ejecutada por los servicios de salud.
Una característica importante de la campaña fue el énfasis en el sentido nacionalista del trabajo sanitario, en la mejora del registro epidemiológico en la educación sanitaria y en la relación fluida con la población. Estas medidas coexistían con disposiciones más tradicionales como multas y premios  por  casos  denunciados.  El  entrenamiento  de  los  encargados subrayaba   el   "prestigio"   nacional   y   profesional   que   produciría   la erradicación. Asimismo, se  trató  de  evitar que  los  sanitarios cometieran abusos, robos y cobros indebidos por un servicio que era gratuito. 
En la selva fue evidente la magnitud descomunal de la campaña. No se conocía casi nada de las tribus selváticas distribuidas en diez grupos idiomáticos que reunían a unas setenta mil personas. El trabajo se apoyó en maestros bilingües del Instituto Lingüístico de Verano quienes, en balsas y deslizadores, recorrieron decenas de ríos visitando a los bora, machiguengas y campas para tomar muestras de sangre e identificar a enfermos de malaria, causando desconfianza en los nativos. Sin embargo, con la ayuda de los maestros se volvió a ganar la confianza de la población. El principal resultado de la campaña iniciada en 1957 fue que se logró interrumpir la transmisión en varios departamentos. Asimismo esta campaña acentuó el descenso de la tasa de morbilidad de la malaria perceptible desde los años cuarenta. Sin embargo, los éxitos fueron efímeros. Después de 1970 el proceso de contracción del  área  malárica  revirtió,  el  número  de  casos  creció  y  los recursos para combatir la malaria disminuyeron. A nivel mundial la erradicación empezó a detenerse. Los Estados Unidos, que entre 1956 y 1963 dieron más del 80 por ciento de los fondos de la campaña, después de 1963 prácticamente  suspendieron su  apoyo por  un  cambio de  gobierno.  Un factor técnico decisivo para la pérdida de popularidad de la erradicación fue que a comienzos de los años sesenta la cloro quinina ya no protegía contra el más mortal de los parásitos, el falcíparum. Más importante aún fue la desilusión con respecto al DDT. Los especialistas notaron que los mosquitos se volvían resistentes a los insecticidas -algo que al parecer algunos ya sabían desde el inicio de la campaña- y que las hembras Anopheles descansaban fuera de las casas donde no llegaba el DDT o el Dieldrín. Asimismo, el DDT fue acusado de contaminar el ambiente, los alimentos y los utensilios de cocina. Una vez que la erradicación pareció como una meta difícil de alcanzar la producción de insecticidas se hizo escasa, en un momento en que se pedía un cambio a insecticidas más potentes pero más caros.  A esto se sumó el hecho que el costo del DDT, en cuya elaboración interviene el petróleo, aumentó considerablemente después de la crisis internacional de combustibles de 1974.
A nivel nacional hubo problemas sociales, financieros y políticos. La colaboración de la población no se pudo mantener al no cumplir los objetivos en los plazos previstos. Ello debilitó los servicios de salud, aumentó el costo de la errradicación a cantidades inalcanzables y acentuó la separación entre la investigación y la vigilancia epidemiológica. Como resultado, la campaña acabó a veces como una desesperada carrera o una escéptica rutina de poca relevancia epidemiológica. Con el gobierno militar reformista iniciado en 1968 por Juan Velasco Alvarado, el objetivo de erradicar la malaria perdió popularidad. El gobiemo consideró que la solución de la pobreza rural no vendría de la salud pública sino de una reforma agraria que redistribuyera la tierra. Asimismo, el gobierno inició grandes obras que promovían la malaria. Por ejemplo en las represas en Piura,  la   hidroeléctrica  del   Mantaro,  el   Oleoducto  Nor   Peruano,  la explotación del petróleo en Loreto y Madre de Dios, se mantenía a obreros migrantes en refugios temporales construidos cerca de lagunas artificiales Una nueva generación de costeños creció sin contar con la inmunidad de sus antepasados.
Asimismo, el  desplazamiento masivo y  desordenado de la  población susceptible de los Andes hacia la selva se produjo por la explotación aurífera de Madre de Dios y el crecimiento de plantaciones de arroz en San Martín y Junín.  Todo esto reprodujo las condiciones de comienzos de siglo donde las migraciones llevaron a trabajadores a lugares maláricos que después eran devueltos enfermos a  su  lugar de origen. Al parecer, siempre existieron bolsones endémicos en la costa y en la selva norte que reinfectaron al resto del país. Ello llevó a la desilusionante convicción de que la ecología del Perú tenía indomables áreas maláricas. Durante los años ochenta no existió un programa estructurado de control y a inicios de los noventa la malaria se había diseminado por todo el país.

Conclusión
Actualmente la lucha contra la malaria está dirigida a reducir la transmisión, un poco más al tratamiento, pero poco o nada se hace con respecto a la remoción de los factores sociales y ecológicos que mantienen la enfermedad. Se acabaron no sólo los sueños de la erradicación sino también los del control. Hemos regresado a una situación parecida, aunque todavía menos grave, a la que existía a comienzos de este siglo. Cada día más peruanos se resignan a considerar a la malaria como una parte inevitable de la vida, de la que no podrán escapar.
Quizá fue equivocado concentrarse en una sola enfermedad cuando la experiencia internacional sugería que el control era suficiente y que éste sólo podía mantenerse junto al desarrollo económico. Sin embargo, la campaña por la erradicación tuvo la virtud de enfatizar la prevención. Durante mucho tiempo  la  malaria  era  considerada  un  hecho  natural  y  la  ausencia  de epidemias un estado aceptable de salud colectiva. Con la campaña, una enfermedad endémica casi desapareció y la salud del público empezó a significar la inexistencia de endemias y epidemias. El fracaso de la erradicación preparó un  cambio en  las  percepciones sociales y  políticas donde controlar enfermedades endémicas parecía un lujo. La epidemia de cólera reveló la importancia de este cambio.

COMENTARIO
Marcos Cueto es uno de los pocos historiadores que ha abordado la relación entre  las características biológicas y ecológicas de la enfermedad y  las políticas establecidas para enfrentarla  por parte de los gobiernos y las reacciones sociales más extendidas. Uno de los principales ejes de interpretación elaborados por el autor se estructura en torno a los modos existentes para enfrentar la Malaria, que oscilan entre el establecimiento de políticas autoritarias y tecnocráticas por una parte y la elaboración de respuestas más populares y autogestivas por la otra.  El cuarto capítulo de su libro El regreso de las Epidemias  estudia las campañas de control y erradicación de la malaria durante el siglo XX, una enfermedad endémica en la costa y en la selva peruana. Especial atención recibe la epidemia que ocurrió en 1932 en Quillabamba, ubicada en la selva del Cuzco. Así mismo se pone en manifiesto la importancia de la enfermedad  para explicar los movimientos migratorios  y la distribución espacial de la población .Esta violenta epidemia mostró la vulnerabilidad de la población migrante, la precariedad de la colonización de la región de selva y la resistencia de los hacendados en construir una infraestructura sanitaria.
Este apartado subraya la importancia de patrones diferenciados de enfermedad según las tradicionales regiones geográficas peruanas de costa, sierra y selva. Tal es así que el poblador serrano fue el más afectado ya que no tenía ninguna experiencia a enfrentar la Malaria por el medio en que vivía. No siendo comprendido por los galenos de esa época que lo tildaron de una raza débil, sustentando una relación de identidad entre los indígenas  que trabajaban en las haciendas y la malaria. La miseria, la comunicación  ineficiente, los intereses políticos y económicos por parte del estado, la desorganización de las autoridades municipales, y las creencias enraizadas de la cultura indígena a oponerse contra la quinina y a interpretar ellos mismos la enfermedad llevo a perdidas mortales de miles de vida durante los años 1932 a 1934 aproximadamente, sumado esto el fervor religioso que inculcaron  los Jesuitas de una manera equivocada al pueblos ya que adujeron que la enfermedad era por los pecados de las personas invitando a un arrepentimiento par que parase la enfermedad, llegando los estudios científicos un año después de haberse declarado la epidemia.
La lucha del Estado peruano contra la malaria se divide en dos períodos. El primero se inició a comienzos del siglo XX y duró hasta los años cuarenta.
El segundo comprende desde esa última fecha hasta el fracaso de la erradicación de los años setenta. En el primer periodo, los objetivos fueron el control de las larvas y la atención a los enfermos. El control se realizaba con obras hidráulicas costosas, como el drenaje de reservorios de agua o su rociamiento con sustancias químicas que impedían a las larvas respirar en la superficie. Medidas complementarias fueron la fumigación y la protección de las viviendas con mosquiteros y telas metálicas. En el segundo periodo el Estado centralizó sus actividades para controlar la malaria en el país. En 1937 se constituyó el Departamento Técnico de Malaria, dentro del Ministerio de Salud Pública, y se emprendieron campañas en varias regiones peruanas, se construyeron hospitales maláricos, se contrató a personal especializado y la Sociedad Nacional Agraria vendió a precio de coste la quinina. Finalmente, en 1941 se formó el Servicio Nacional Antimalárico y de Sanidad Rural como un servicio de asistencia, prevención y estadística en el Ministerio.
La lucha contra la malaria recibió un nuevo impulso en Perú a finales de los años cincuenta cuando se organizó la campaña más importante en cuanto a dimensión, recursos y resultados. Ésta se inició en 1957 gracias al apoyo de la Organización Panamericana de la Salud y de la UNICEF. El principal resultado de la campaña fue que se logró interrumpir la transmisión de la malaria en varios departamentos al tiempo que se acentuó el descenso de la tasa de morbilidad de la enfermedad. Sin embargo, los éxitos fueron efímeros.
Hacia 1970 el proceso de contracción del área malárica empezó a revertir, el número de casos creció y los recursos para combatir la malaria disminuyeron.
Durante los años ochenta no existió un programa estructurado de control de la epidemia y en los inicios de los noventa la malaria se había diseminado otra vez por todo el país es decir la malaria y otras enfermedades infecciosas siguen provocando graves problemas sanitarios. En los últimos años han recrudecido la peste en el norte y la malaria en la costa y en la selva. Tal como afirma Marcos Cueto, se ha regresado a una situación parecida, aunque todavía menos grave, a la que existía a comienzos de siglo.

GLOSARIO
Anopheles, es un género de mosquito de la familia Culicidae que habita en prácticamente todo el mundo incluyendo Europa, África, Asia, América y Oceanía, con especial intensidad en las zonas templadas, tropicales y subtropicales. Hay aproximadamente 400 especies de Anopheles, de las cuales 30 a 40 transmiten cuatro especies diferentes de parásitos del género Plasmodium, causantes de la malaria humana (ya que existen muchas otras especies de plasmodium que causan malaria en ratones (P. Bergei), aves (P. gallinaceum), simios (P. yoeli), etc). La especie Anopheles gambiae es una de las mejor conocidas, porque trasmite el más peligroso, el Plasmodium falciparum. En Europa una de las especies más importantes es Anopheles atroparvus.
Colonización, es un término que se utiliza en distintos contextos, pero siempre con el sentido de indicar la población u ocupación de un espacio. Se utilizaba originalmente para describir hechos y procesos históricos. Sin embargo, la biogeografía del siglo XIX extendió su uso para describir ese tipo de relación con su ambiente de todo tipo de seres vivos (animales, plantas, microorganismos, etc.)
Identidad regional, es la forma de ser o de comportarse en cuanto a costumbres y/o tradiciones de una región o de un grupo social determinado país ciudad estado.
La quinina o chinchona, C20H24N2O2 es un alcaloide natural, blanco y cristalino, con propiedades antipiréticas, antipalúdicas y analgésicas producido por unas especies del género Cinchona. Tiene un sabor muy amargo. Es un estereoisómero de la quinidina.
La quinina era el principal compuesto empleado en el tratamiento de la malaria hasta que fue sustituido por otros medicamentos sintéticos más eficaces, como la quinacrina, cloroquina y primaquina. La quinina se puede utilizar todavía en el tratamiento de la malaria resistente.
Profilaxis, Son varias las acepciones a las que puede hacer referencia este término dentro de las ciencias médicas:
Medicina profiláctica, se conoce también como Medicina Preventiva. Está conformada por todas aquellas acciones de salud que tienen como objetivo prevenir la aparición de una enfermedad o estado "anormal" en el organismo.
Profilaxis antimicrobiana, se refiere al uso de medicamentos con efecto antimicrobiano (antibacterianos, antimicóticos, antiparasitarios y antivirales) con el objetivo de prevenir el desarrollo de una infección.